domingo, 21 de junio de 2009

La Solidaridad

La solidaridad es la adhesión circunstancial a la causa o a la empresa de otros. El término se utiliza en forma habitual para denominar una acción dadivosa o bienintencionada. De todas formas, su raíz etimológica hace referencia a un comportamiento in-solidum, es decir que se unen los destinos de dos o más personas. Por lo tanto, ser solidario no es sólo dar ayuda, sino que implica un compromiso con aquel al que se le brinda solidaridad.

En una colectividad o grupo social, es la capacidad de actuación unitaria de sus miembros. Término que denota un alto grado de integración y estabilidad interna, es la adhesión ilimitada y total a una causa, situación o circunstancia, que implica asumir y compartir por ella beneficios y riesgos.

El sentido más básico de la solidaridad supone que se practica sin distinción de sexo, raza, nacionalidad, religión o afiliación política. La única finalidad de la solidaridad puede ser el ser humano necesitado. De todas formas, el uso del término ha quedado desvirtuado ante el abuso del discurso político y el denominado marketing solidario.

Se conoce con el término de solidaridad a aquel sentimiento o también considerado por muchos un valor, a través del cual las personas se sienten y reconocen unidas y compartiendo las mismas obligaciones, intereses e ideales y conformando además uno de los pilares fundamentales sobre los que se asienta la ética moderna.

A instancias de la Sociología, el término solidaridad goza de una especial participación en dicho contexto , siendo, como dijimos, un sentimiento que supone la unidad de los lazos sociales que unirán a los miembros de una determinada sociedad.

Como consecuencia de la importancia que este término ostenta dentro de la sociología, ya que es el pilar sin equanom que cualquier sociedad que quiera crecer y desarrollarse en armonía y paz necesitará y deberá observar para lograr tal estado, es que algunos sociólogos de renombre como es el caso de Emile Durkheim, se han ocupado muy especialmente de abordarlo. Según Durkheim existen dos tipo de solidaridades, la orgánica por un lado y la mecánica por el otro.

La Solidaridad Orgánica suele darse con mayor frecuencia dentro de las sociedades desarrolladas y consiste en la fuerte especialización que ostentarán cada uno de los individuos que la integran y que a su vez origina una marcada interdependencia que será la base de la cohesión y la solidaridad grupal de las personas con su sociedad, De esta manera, entonces, cada individuo posee una parte de los conocimientos generales y sus recursos, generando que todos dependan de todos.

La Solidaridad Orgánica es una clara consecuencia de la división de trabajo y de la diferenciación de las funciones.

Por su lado, la Solidaridad Mecánica, se da con mucha más frecuencia y presencia en los países poco desarrollados, ya que la misma se caracteriza por una total competencia de cada individuo en la mayoría de los trabajos, dándose tan solo una mínima diferenciación a razón de edad y género. En este tipo de sociedad todos saben lo que tienen que hacer para sobrevivir, no hay una necesidad del otro, por lo cual claro, se esfuma un poco eso de la solidaridad, de tenderle el lazo al otro.




Pensando y pensando

Juan iba camino de la casa de su primo Pablo a pedirle la bicicleta. La suya se había averiado el día anterior. Pero no podía perderse la excursión del sábado con su grupo de amigos.

Pablo y Juan eran más que primos. Eran como hermanos. Pero como hermanos que se llevan como el perro y el gato, aunque no pueden vivir el uno sin el otro.

Mientras caminaba, Juan empezó a tener dudas:

´´¿Y si no me quiere prestar la bici?´´, pensaba. ´´ Seguro que cree que voy a malogrársela. Pero, ¡es mi primo! ¡Y yo le he prestado mis cosas muchas veces! Además, le prestaré mi nuevo juego de computadora. Va a salir ganando´´.

En ese momento, Juan llegó a casa de su primo.

-Necesito tu bici el sábado-dijo Juan-. No te preocupes por ella. La cuidaré muy bien.

-¡Ah, estupendo! ¡Pero yo también la necesito! -Respondió Pablo.

-Es que… voy de excursión al río. Si quieres, te dejo mi nuevo juego de computadora, ese que te gustó tanto el otro día.

-Juan, ya te he dicho que necesito la bici porque… ¡Yo también voy a esa excursión!

-Pero… ¿entonces?

-No te preocupes. ¡Está todo arreglado! Nuestro amigo Carlos me contó lo de la excursión y, como me imaginaba tu problema, le pedí a mi vecino su bici.

-¡Eres genial!-dijo Juan.


Editorial Santillana

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